Comentario
El ataque sobre Hougoumont comenzó a las 11:30. Lo dirigió Reille y le seguía en mando Jérôme, al frente de una división. Fue tal la resistencia de la infantería británica en el huerto y el interior de Hougoumont que, hacia el final del día, fueron los franceses en lugar de los británicos los que necesitaron apoyo de sus fuerzas de reserva. "Si comienzas el asedio de Viena, toma Viena", fue otra de las máximas que Napoleón violó ese día. Una batalla dentro de otra batalla: Hougoumont fue defendido a lo largo del día y Wellington nunca se vio forzado a debilitar su posición para enviar refuerzos. Durante ocho horas de feroz lucha 3.500 anglo-aliados aguantaron el ataque de 8.000 soldados franceses. "El éxito de la batalla consistió en mantener cerradas las puertas de Hougoumont", escribió Wellington años más tarde.
A medio día, cuando en su ala izquierda nada se había decidido, la Gran Batería de Napoleón abrió fuego. Poco antes de la una, el estado mayor de Napoleón percibió movimientos al final del flanco derecho del campo de batalla, donde tropas cubiertas de barro y humo parecían salir del bosque cercano a Chapelle St. Lambert. La esperanza inicial de que los recién llegados fuesen la fuerza de Grouchy, y que por tanto Wellington estaba perdido, se desvaneció cuando llegaron informes de que se trataba de treinta mil prusianos al mando del conde Von Bülow, que caían sobre el desprotegido flanco derecho de los franceses. Napoleón, haciendo gala de una encomiable sangre fría, envió fuerzas de reserva para sostener la posición en el Este.
Pese al problema, parece que Napoleón no consideró la posibilidad de renunciar al ataque sobre Hougoumont y retirarse de forma ordenada ante el acoso de prusianos y anglo-aliados, para luchar otro día. Cursó a Grouchy la orden de que se le uniera rápidamente y continuó con su plan, lanzando al mariscal Ney sobre el enemigo, con la esperanza de conseguir la victoria antes de que el grueso de las fuerzas prusianas interviniera en la batalla.